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Introducción a Mindfulness


En los últimos años la investigación científica ha ido demostrando como las prácticas meditativas tradicionales resultan extremadamente útiles en entrenar a las personas con el fin de que puedan relacionarse con las dificultades de la vida de una manera más saludable. Esta rápida incorporación de las prácticas de meditación a la corriente principal científica se debe en gran parte al éxito terapéutico de las intervenciones basadas en la atención plena (mindfulness), inicialmente en el campo de la salud física (Grossman et al., 2004), y más recientemente en la salud mental (Khoury et al., 2013).

La práctica de Mindfulness tiene alrededor de unos 2.500 años de historia y, aunque fue introducida desde el budismo y es un aspecto predominante en esta tradición, es también probable que se trate de una función psicológica universal y que dependa también de la cultura y del contexto en el que se observe (Sauer et al. 2013). Desde este punto de vista, Mindfulness sería una capacidad inherente al ser humano, lo que de ningún modo implicaría que esta capacidad no pueda ser mejorada mediante el entrenamiento. En este sentido, y como sugiere Jon Kabat-Zinn, Mindfulness es a ser Budista lo que gravedad es a ser Newtoniano. El budismo ha señalado, y no creado, una capacidad humana (en Brown et al., 2011).

Una de las razones por las que las prácticas meditativas pueden resultar beneficiosas tiene que ver con el hecho de que nuestro cerebro se desarrolló principalmente como un órgano para sobrevivir en un ambiente mucho más hostil que hoy en día, y esto dio lugar a que nuestra mente tienda a fijarse más en lo negativo. Dicho de otra manera, nos fue más adaptativo pensar en todo lo que puede ir mal en cualquier momento para estar preparado por si hay que huir o luchar de alguna situación amenazante. En medio de una situación desafiante, como la presente con la pandemia del Covid-19, es más probable que experimentemos estados de ansiedad ya que es la forma que tiene el cuerpo de advertirnos de que en la vecindad puede existir una amenaza. Esto evoca una respuesta fisiológica del organismo (palpitaciones, sudoración, temblores...), síntomas que a corto plazo son útiles puesto que nos avisan de que es necesario prepararnos para gestionar la situación actual; ahora bien mantenidos largo tiempo pueden impedirnos de solventar la crisis actual y hacer que suframos en ella. Sobre este tema puede ser de ayuda la meditación.

La práctica de meditación puede permitirte explorar las preocupaciones actuales dándoles la importancia que tienen sin aumentarlas de tamaño, tomando en cuenta que la mejor pregunta para ver más claro no es empezar con los porqués, sino con los cómo: “¿cómo voy a funcionar?, ¿cómo reflexionar sobre el motivo de mis tormentos?, ¿cómo me las arreglo o no para ir mejor?...” En adición, la meditación puede ayudarte a romper con las divagaciones mentales, tales como: “¿y si ocurre tal y tal cosa?, ¿y si no se consigue esto y aquello?, ¿y si todo sale mal?”, pensamientos que lejos de solucionar el problema pueden mantenerte en un círculo vicioso que solo alimentan tus niveles de ansiedad. Sentarse a meditar por unos momentos al día no es la solución al problema, más bien es un punto de partida. Con la práctica de meditación es posible observar con claridad lo que está sucediendo en la propia experiencia, y por ende facilita responder a ella con más presencia, perspectiva y flexibilidad. Tal vez no puedes cambiar la situación con la práctica de Mindfulness, pero sí puedes cambiar la forma en la que te relacionas con ella.

La mayoría de las intervenciones terapéuticas están diseñadas a reducir la intensidad del malestar, ya sea el dolor físico y/o emocional. En cambio, la propuesta de Mindfulness está más encaminada a incrementar nuestra capacidad de estar con el malestar por el bien de llevar una vida orientada a nuestros valores personales. Dicho de otra manera, Mindfulness propone un acercamiento a la experiencia tal y como es, no como un acto de resignación o pasividad, sino como una manera de asumir responsabilidad por la propia experiencia, observándola en un primer momento con claridad para poder responder a ella con plena consciencia e intención.

Hoy en día la práctica de meditación está siendo incorporada en contextos organizacionales por empresas innovadoras como Apple, Google, Twitter, entre otros, al igual que en el ámbito de la salud, el deporte y la educación debido al montón de beneficios proporcionados. Beneficios como la reducción del estrés, el aumento del enfoque o la concentración, el control de los impulsos, el desarrollo de la inteligencia emocional y del bienestar personal.


Tips prácticos:

  • Observa tu mente durante 5 minutos: A veces puede estar un poco desordenada, la idea es no tomarse los pensamientos muy en serio.

  • No eres tus pensamientos: Si te rompieras un brazo, no dirías “estoy roto”

  • Etiqueta tus pensamientos y emociones: Coloca un “marco" alrededor de lo que piensas o lo que sientes, de tal manera es posible que pierdan un poco de fuerza.

  • No reacciones a tus pensamientos, decide: ¿Me es útil lo que estoy pensando?

  • Sé compasivo: Solo es posible ayudar a los demás acercándote al sufrimiento ajeno. 

Si este tema ha despertado tu interés puedes continuar descubriendo más sobre la meditación a través de nuestras redes @fc.mindfulness. ¡Hasta la próxima!


Escrito por Francisco Cabral




Francisco Cabral es Psicólogo Clínico. Realizó sus estudios en la Universidad Iberoamericana y en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Su compromiso reside en difundir los conocimientos de Mindfulness y de Psicología a todas las personas que desean desarrollar su bienestar y asumir responsabilidad por su vida, valorando la sabiduría de las prácticas contemplativas y de la ciencia de la salud. 







 



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